El oso que siempre tomaba el sol

Érase una vez un oso que siempre tomaba el sol y no se echaba crema. Le daba igual porque no se quemaba y toda la gente decía: "Qué oso tan extraño. Siempre está tomando el sol y nunca se quema". Una mañana se leventó y de nuevo se fue a tomar el sol. Un día un niño le preguntó: "¿Por qué estás siempre en el sol?". Y el oso le contestó: "Porque me gusta el sol". Y no sólo le gustaba el sol, también le gustaban los arbustos, los árboles y las flores, todo lo que fuera de tipo planta. El mundo le dejó tranquilo. Le gustaba plantar árboles y todos en su casa plantaban. Iban a la casa del oso a ver sus plantas.

                                              Gema

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