El gigante feo

Camelio se fue a un bosque para mudarse. Cuando llegó se encontró una casa estupenda para él . Se fue corriendo, la vio y se llevó una sorpresa: estaba todo guardado. Subió las escaleras, se acostó en la cama y se quedó dormido sin moverse. Cuando se despertó estaban todos los niños y niñas riéndose de lo feo que era. Todos decían que era muy malo pero en realidad era un gigante bueno, amable y muy apañado. Entonces, como los niños y niñas no se iban, le dijo el gigante que le iba a dar un caramelo a cada uno. Descubrieron que era muy bueno y todos fueron muy amigos. Dieron un paseo, jugaron y durmieron todos en la cama del gigante feo.

                                              Paula

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